sábado, 14 de marzo de 2009

MILAGROS



Ayer mi hija me preguntó qué significaba la palabra milagro. Cuando le respondí, la siguiente pregunta fue que si de verdad existían. Realmente la respuesta de una agnóstica como yo tendría que haber sido que no lo sabía, sin embargo me lo pensé un momento y no fue eso lo que le contesté. En realidad sí creo en milagros, pero no en aquellos atribuibles a santos y gurús varios, sino en esos que ocurren todos los días, a cada instante, y que por vivir inmersos en la costumbre de tenerlos, los percibimos como normales. ¿Es normal que tengamos dos ventanas en la cara con las que podemos ver el mundo?, ¿no es milagro levantarse cada mañana con nuestras dos piernas mágicas a recorrer las calles, pisar la hierba, sentir un olor, saborear una comida deliciosa, compartir retazos de vida con los demás, percibir el calor de una mirada cómplice y observar cómo juegan, ríen, piensan y experimentan los niños? ¿No es un milagro una insignificante mota de polvo, el primer rayo de la mañana, un pie con sus cinco dedos o un cerebro humano?


Le expliqué a mi hija como pude mi propia definición de milagro y al momento me preguntó:

-Entonces, ¿sí existen los milagros?

-Sí -le contesté- . Sí existen. Ahora mismo tengo uno delante de mis ojos... Tú.


(Si tú me formularas esa misma pregunta, respondería exactamente lo mismo).


2 comentarios:

  1. ¿Qué es milagro? --dices mientras clavas
    en mi pupila tu pupila azul.
    ¿Qué es milagro? ¿Y tú me lo preguntas?
    Milagro... eres tú.

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  2. Bellísima entrada, me ha tocado la fibra.

    Un beso, Kindlist.

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