sábado, 22 de mayo de 2010

LA LÍRICA



Ella está solo ínfimamente
en el violín que suena
en el paseo de la tarde
en una flor que nace
o en la languidez de un amor satisfecho.

Estas son minucias para ella.


A ella se la encuentra sobre todo en la herida fina que sangra lentamente en las últimas horas de dos amantes deshabitados en las lágrimas negras de un ocaso forzoso en el grito del beso que se queda rabiando en los labios en ese amor tan solo que levita en la nada en el deseo de unos dedos que arden desabrochando botones de humo en aquello que no se dice dentro de lo que se dice en la canción que sobrevive violando el tiempo en esa luna que parece no brillar esa noche en la imagen tenue de una o dos melancolías.


La lírica estuvo en el primer parto del primer ser humano.
Desde entonces nos libera y nos habita.


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